Sobreviviente

 Efigenio construyó su nueva casa en lo más alto de la protección del patio trasero. Siendo una parte a donde casi nadie dirigía la mirada creyó seguro fijar ahí su residencia, después de recorrer con mucho tiento no hubiese nada de peligro.

Hizo los planos en un abrir y cerrar de ojos. Cuando los tuvo listos, comenzó a tejer y tejer una tela enorme donde pensaba guardar los bichos que cazaría metiéndolos en un ovillo tejido con extrema rapidez, debido a lo grueso del hilo, éste los resguardaría de otros depredadores. Tenía pensado construir una casa enorme en donde -si el Dios de las Arañas lo permitía- sería el sitio ideal para formar una familia. La familia Puerta Escalera apellidos de los cuales Efigenio estaba muy orgulloso.

¨Bienvenidos a la casa de la Familia Puerta Escalera¨, diría una placa a la entrada de la mansión.


¨En lo alto de la sierra me detuve a descansar
pero sentí que me iba sin moverme de lugar
los ojos se me perdieron en aquella inmensidad
y me olvidé de mi mismo tanto mirar, mirar...¨cantaba rasgando la guitarra en las noches quietas, mientras soñaba con el idílico lugar lleno de flores y estrellas. Con arañitas correteando en torno de él en tanto miraba a su tierno amor con el que soñaba desde hace mucho tiempo. Una hermosa araña de vientre amarillo, patas peludas y cuatro pares de ojos los cuales muchas veces no le servían de mucho.
Teje que teje fue moviendo pausadamente los hilos de su imaginación, haciendo que en poco tiempo la casa de sus sueños se levantaba majestuosa ante su vista.

Una noche Efigenio se hallaba dormido, agotado de tanto tejer, las patas ya no lo sostenían. Los ojos semicerrados apenas podían mantenerse abiertos. Sin pensarlo mucho, se tiró con los brazos debajo de la cabeza disponiéndose a contemplar la luna que en ese entonces se asomaba detrás de unas nubes negras. Ésta al verlo quiso jugar con él, invitándolas comenzaron a hacer diversas formas que Efigenio debía adivinar.
Él no quería pero después de tejer tanto merecía un rato de relax. Aceptando la invitación se dispuso a adivinar las diversas formas que con ayuda del vientecillo de la noche iban formándose.
Descubrió un elefante con cola de caballo. Un dragón que trataba de sacar fuego pero lo único que sacaba eran bolas de humo. Vio la cara de una princesa triste con nariz de bruja, un árbol con patas y la carreta del Dios Araña saliendo de una tormenta.

Estuvo un buen rato jugando cuando en un momento dado a Efigenio le vino el cansancio y sin más se despidió de los amigos. 
Echándose a dormir comenzó a contar estrellas. Llevaba cerca de tres mil cuando sintió que los cimientos de la casa empezaron a moverse. Asustado vio que algo había chocado contra su casa.
Como pudo sujetándose de la protección empezó a subir agarrado hacía la lámina donde podría esconderse mientras indagaba lo que ocurría.

Sentía un olor extraño en la nariz que no lo dejaba respirar aunado a una especie de rocío mortal que lo estaba paralizando.
Jalaba aire pero este se negaba a entrar por la nariz. Al llegar a la lámina, el rocío infame le cayó en los ojos cegándolo, como pudo siguió subiendo pero las fuerzas se le acababan. El olor y el rocío eran cada vez más fuertes haciendo que sus fuerzas menguaran.
Con mucho trabajo pudo detenerse un poco metido debajo de una lámina para tragar aire, entonces el rocío asesino lo hizo caer mareado a un arbusto.

El aire no le llegaba a los pulmones, haciendo un máximo esfuerzo logró arrastrarse a una abertura que había entre las macetas. Extenuado dejó que los brazos de la muerte se apoderaran de él, cerrando los ojos se abandonó al misticismo de lo infinito.

Efigenio había sucumbido al veneno mortal del ¨spray mata insectos que no daña su jardín y a los bichos pone fin¨.
Al menos eso pensaron quienes atacaron a la araña porque al  creyendo muerto al bicho, no se dieron cuenta que Efigenio habíase puesto una máscara antigas de las muchas que tenía escondidas previendo un ataque mortal, frecuentes en la casona donde se encontraba la mansión arácnida.
Abriendo un ojo para ver si no había peligro, se quitó la máscara aspirando el oxígeno salvador. Escondido como estaba debajo de una hoja de gerbera y habiendo visto que no había nada que temer, la araña quitó la máscara comenzando a llenar de aire limpio los pulmones.

Después de reponer fuerzas, a mitad de la noche empezó a construir nuevamente una enorme residencia donde -si el Dios de las Arañas lo permite- llevaría a vivir a la familia que tenía pensado formar con Loli Rosas, la araña patona de patas peludas y vientre amarillo que vive arriba del calentador, ahí lejos donde nadie nunca dirige la mirada y donde sin duda vivirían un largo tiempo felices hasta el fin de los tiempos araña.










Comentarios

  1. Muy bueno el cuento de las arañas.Que suerte que tienen, no tienen que pedir permiso para levantar su hogar, no más les gusta un sitio y levantar su gran monumento. Que sean muy felices 😊
    Besos Flor

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La invisibilidad del Sr. Viskins

Ícaro en plenilunio